Para nosotros en MasKodigo, el fracaso no es una mala palabra.

Fallar no suele ser algo bueno, pero la realidad es que le pasa a todo el mundo. La forma en que lo enfrentamos es lo que marca la diferencia. Y enseñar a nuestros hijos cómo manejar el fracaso de una manera saludable comienza en casa.

Winston Churchill dijo, «el éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal: es el coraje para continuar lo que cuenta». O, para citar nuestro manifiesto, «está bien fracasar, pero no te rindas». (Por supuesto que no siempre está bien, pero la mayoría de las veces, no es el fin del mundo).

Gran parte de la teoría Montessori gira en torno a los niños más pequeños y les ayuda a desarrollar importantes habilidades para la vida antes de que la sociedad llegue y los socialice basándose en creencias externas.

Desafortunadamente, ya sea a través de nuestra mentalidad como padres o de los sistemas escolares que recompensan en función de las calificaciones, la mayoría de los niños interiorizan la creencia de que el éxito es lo único que importa.

Aquí hay cuatro lecciones de la metodología Montessori sobre cómo lidiar con el fracaso de una manera más saludable:

Celebra los logros

Es como ser él o la animadora de tu hijo. Todo el mundo necesita ser reconocido y elogiado. Y esto es más importante para los niños porque a medida que crecen, necesitan ser amados y apoyados.

Pero además, debes considerar que cada chico es diferente. Entonces, cuando muestres apoyo y amor, trate de modular tu amabilidad.

Redefiniendo el éxito y el fracaso

Redefinir el éxito significa que debemos comprender que cada niño aprende de una manera diferente y a su propio ritmo. Montessori nos recuerda que debemos reconocer las diferentes fortalezas de los niños para ayudarlos a desarrollar sus talentos únicos.

Utiliza el fracaso como una oportunidad para desarrollar la resiliencia.

La resiliencia es la capacidad humana clave de recuperarse de una situación difícil. Eso significa que si fallamos lo intentaremos de nuevo.

A veces, nuestros hijos quieren renunciar. En esos casos, apóyalos con una actitud de “¡puedes hacerlo! Inténtalo de nuevo». Desarrollar la resiliencia es como desarrollar músculo: cuanto más practicamos, más fuerte se vuelve.

Aprende a manejar los sentimientos negativos.

No se siente bien si fallamos. Casi siempre da lugar a sentimientos negativos. Y no hay mucho que podamos hacer al respecto. Pero lo que podemos hacer es aprender a manejar estos malos sentimientos.

Es clave mostrarles a nuestros hijos que ser humano significa tener buenos y malos sentimientos. La aceptación y comprensión de esos sentimientos traerá paz mental.

El fracaso es una parte inevitable de nuestras vidas. Cuando enseñamos a nuestros hijos que el fracaso se puede afrontar de muchas formas positivas, estamos enseñando una nueva forma de vivir una vida actual y futura más placentera.

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